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¡Atrasan a Felipe VI!

“A Ollanta Humala le subleva que le pregunten lo que no quiere. Su palabra basta y sobra, como en los viejos tiempos del rey Pepino”.

Publicado: 2014-06-08

Confirmando aquello de que con la globalización lo que pasa en el confín del mundo pasa en realidad en la sala de nuestra casa, Sergio Tejada cree que Ollanta Humala es el nuevo rey de España. Ni bien Juan Carlos anunció su abdicación esta semana, el congresista se apuró en coronar aquí, en Lima, a nuestro jefe de Estado. Según el legislador nacionalista, “el presidente no está sujeto a interpelación” por el caso López Meneses. En principio, para Tejada, no está sujeto a interpelación por nada. Tampoco de nadie. Es decir, Ollanta Humala tiene una “corona” más grande que las mejores.

Hablemos claro. Que no pueda ser “interpelado” significa que no puede ser cuestionado. Ese es el sentido de la afirmación de Tejada. En ese contexto, cualquier pregunta ofende la majestad del señor Humala. Es la misma línea de razonamiento del colega de Tejada, Josué Gutiérrez. De lo que se trata, dice, es de “salvaguardar la institución presidencial, que es lo que más se debe proteger”.

Aún más. Entrevistarlo es “un despropósito que a lo único que apunta es a consolidar un hecho de desprestigio a la imagen presidencial en desmedro del país”. No es, pues, una variable lo dicho por Tejada. Es una constante confirmada por Gutiérrez: a Ollanta Humala le subleva que le pregunten lo que no quiere. Su palabra basta y sobra, como en los viejos tiempos del rey Pepino.

Y su palabra es que él, como jefe de Estado y jefe de Gobierno, no tuvo arte ni parte en la escandalosa protección policial al exoperador montesinita Óscar López Meneses. Protección que, no lo olvidemos, causó la renuncia del ministro del Interior y su viceministro, hoy ambos nuevamente en funciones de gobierno, uno como asesor del presidente y el otro como viceministro de Defensa. ¿Cómo, pues, dejar de creerle un poquito al presidente si los responsables políticos del escándalo López Meneses siguen tan campantes prestándole servicio?

Peor aún. ¿Cómo creerle cuando sus adláteres hacen todo lo posible por impedir que una comisión congresal le solicite oficialmente, en ejercicio de sus funciones, su versión de los hechos? Hechos que él mismo ha puesto en la agenda pública al dar una entrevista palaciega fallida, en la que lo único rescatable que dijo ha terminado siendo utilizado en su contra. Es decir, ¿si el caso López Meneses está cerrado para el presidente, cuál es el problema de que nos cuente lo que todos los peruanos queremos saber y todavía no sabemos? ¿O usted cree que sabemos? ¿O que el caso está cerrado? ¿O que el súbito cambio de voto del congresista Enrique Wong para que no se interrogue al presidente huele a jazmines del paraíso?

Pues, me permito dudar. Es lo mínimo que la honestidad reclama en la medida en que la percepción que el gobierno y su bancada están formando en la opinión pública es que allí hay gato encerrado. ¡Mover cielo y tierra para impedir cualquier escrutinio público al mandatario es la confirmación de ello! El gobierno no lo ha podido hacer peor. Les teme a las preguntas cuyas respuestas son las despóticas actitudes del presidente y su circulo y que “han consolidado un hecho de desprestigio a la imagen presidencial en desmedro del país”. Claro que sí. En esto sus cortesanos tienen toda la razón.

Los déspotas terminan, por lo general, perdiendo la cabeza. Son mal ejemplo de gobierno para los nuevos reyes. Aun sean estos los de las alucinaciones absolutistas del “chamán” Tejada.


Escrito por

Ricardo Vasquez Kunze

Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. No tiene maestrías porque hoy todo el mundo las tiene. Tampoco doctorados.


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