El análisis político a diferencia de lo que creen algunos cretinos que pululan en las redes sociales no es un instrumento de propaganda electoral cuando la interpretación de hechos objetivos no comulga con los intereses de los candidatos y sus partidarios. Por supuesto que el analista tiene una posición como todo el mundo, pero de ello no se sigue que su trabajo profesional se confunda con sus querencias personales. Es mi caso; y esta es mi interpretación del curso de la campaña municipal al último día de agosto.


1. Castañeda
Esta semana por fin habló. Unos sugieren que lo hizo por el escándalo Comunicore versión narcotráfico. Otros porque está bajando aceleradamente en las encuestas. Lo cierto es que Castañeda no necesita de Comunicore II para bajar en las encuestas. Todo aquel candidato que empieza puntero está en su techo. No sube más. Por el contrario, baja. Es la dinámica propia de la campaña la que lo hace bajar. Todos los que están atrás muerden. Eso desgasta. Y el que calla otorga. Por eso es que el silencio tiene un límite. Para Castañeda llegó: dio tres entrevistas en un día. Su solución para Lima es más semáforos inteligentes y más cámaras, literalmente. O sea, lo mismo que proponen todos. La pregunta es cuánto más bajará sin ningún intermediario creíble en los medios y cuánto subirá el que se convierta en su challenger.
2. Villarán
El peor enemigo de su candidatura son sus partidarios. Todos jóvenes y fanáticos (mi adorada Susel es la excepción). Sospechan y zahieren de todo aquél que no le revienta cohetes a la alcaldesa o que no dispara contra Castañeda. Así se enajenan las pocas voluntades que a ésta le pueden quedar en los medios y con personajes públicos. Y vaya que Villarán los necesita más que nunca. Si a los políticos nadie les cree, a la alcaldesa, menos. Las encuestas son claras. “Charito”, “Platanazo” y “don Gilberto” ya no son suficientes luego de que Villarán dilapidara su estrecho triunfo en la revocatoria. El público de los trogloditas de Esto Es Guerra no vota. Y los que votan los quieren botar de la TV. La estrategia de paralizar media Lima con “primeras piedras” de última hora solo genera molestia y caos. La alcaldesa tendría que preguntarse cuántos votos del 70% que la rechaza conseguirá con ello.
3. Heresi
A río revuelto ganancia de pescadores. La canibalización entre los dos primeros le conviene al que va tercero. Sucede casi siempre que uno de esos dos sale de escena víctima del pugilato, más los tomates de los que van atrás. El desafío de Heresi es estar a la vista en el momento que ello ocurra. Su estrategia consiste en hacer show. El formato elegido es el exitoso YO SOY. Aquí Heresi es él mismo. Canta bien y ¡¿baila?! El mensaje es que hay alternativa entre Castañeda y Villarán: él. Es una apuesta arriesgada la del show porque el electorado quiere a un alcalde y no a Pavarotti. Su fortaleza consiste sin embargo en que él ya es alcalde y exitoso. Tres veces reelecto con más del 60% de los votos es un hecho objetivo. En el cómo equilibre la seriedad con el show está su pase al segundo puesto. Y una vez allí todo puede suceder.
4. Altuve
Busca lo mismo que Heresi y por iguales medios. Su problema con el show business es que en la TV hubiera sido eliminado en el primer programa. No se puede hacer del “rastastas” el símbolo de una campaña si el candidato no lo sabe bailar. Cuatro años de regidor tampoco es gran experiencia para el currículum municipal. Pero políticamente se lleva de encuentro a todos, y eso, en una campaña, vale oro.
5. Cornejo
No tuvo fondos para contratar a buenos asesores siendo el mejor técnico de la campaña. ¿Si Humala perdió con el polo rojo por qué tendría que ganar él con camisa colorada?
6. El resto… 
ES SILENCIO.